Xx DeDoS mOjaDoS xX
miércoles, septiembre 27, 2006 Haciendo el aseo

Hay veces en que no me puedo contener la calentura. Cuando estoy en la universidad, he ido corriendo varias veces al baño a masturbarme. Es algo que no puedo aguantar, necesito bajarme los pantalones, sacarme el pene, humedecerlo con mi saliva y corrérmela, hasta dejar toda la taza con semen.
El miércoles pasado estaba en la sala de los PC, el roce con el mueble me tenía loco, así que me levanté disimuladamente, caminé por el pasillo y entré al baño.
Ingresé a una cabina, no cerré la puerta, nunca lo hago.
Estaba de lo mejor pajeándome cuando entró el mino que hace el aseo.
Siempre nos hemos quedado mirando, algo tiene que me llama la atención. Su polera toda sucia y su buzo maltrecho me calientan de inmediato. Me dan ganas de bajarle los pantalones de una, mientras está empinado limpiando los vidrios, sacarle todo su paquete y lamérselo entero.
Al momento en que entró al baño, se percató de mi presencia. Se acercó hasta mi puerta y se puso a frotar el espejo. Yo lo podía ver y el me podía mirar. Para variar intercambiamos un par de miradas, pero esta vez fui un poco más lejos, le cerré un ojo y le sonreí.
Su respuesta fue instantánea, río, miro para todos lados y se paró detrás de mí.
Me hice el interesante, continué masturbándome, pero esta vez eran sus peludas y polvorientas manos las que me corrían el forro. Me acarició con sutiliza, me extrañó que un hombre que se dedicara al aseo, fuera tan dulce, tan dócil, y tan tierno.
Su lengua recorría mi cuello, sus manos jugaban con mi pene, hasta que se agachó, juntó la puerta, y me empezó a lamer el culo.
Nunca me ha gustado mucho que me lo chupen. Me pongo incómodo, no sé porque, pero me siento como si fuera un pollo antes de ser fileteado.
La cuestión es que se quedó pegado como cinco minutos en mi ano. Con su lengua mojando cada rincón de mi trasero, aliñándolo lentamente. Me aburrí que me lo chupara, así que le toqué su pelo seco, le tomé su cara y lo besé.
Bajé lentamente por su estomago, su ombligo, le bajé el buzo y me topé con unos calzoncillos matapasiones.
Si hay algo que me desagrada son esos boxers o sleeps de supermercado. Esas típicas weas de colores durazno, o celeste, o amarillo pato, o blancos, o plomos, o azules, simplemente los odio. Mínimo el weon que me va a follar tenga puesto unos boxers bien marqueros y de un color llamativo.
La cuestión es que estaba tan caliente, que hice caso omiso ha este detalle, se los saqué rápidamente y se lo mamé.
Soy sincero, lo tenía ahí no mah. Ni tan grande y ni tan grueso. Era escuálido, bien depilado eso sí, y perfumado. Estuve harto rato haciéndole sexo oral, se lo lamí como si fuera un heladito, rico, jugoso.
Me dieron ganas de que me lo pusiera, así que me bajé los pantalones hasta los tobillos, coloqué la tapa del water y me senté.
Él se metió por debajo quedando entre mis piernas, me afirmé de las murallas de los lados, abrí lo que más pude las piernas, se puso un condón, me escupió el culo y me lo chantó todo.
Grité un poco, pero me tapó la boca. De repente sentía que algunos pasos caminaban por el baño, incrédulos de lo que estaba pasando en una de esas casetas.
Él se contorneaba de lo mejor, parece que la práctica con la escoba le ayuda bastante.
Lo único malo es que me pegaba contra la muralla. Mi cabeza se azotaba con la punta de la taza, pero eso me incitaba a seguir, me encanta el dolor.
En un acto inesperado, sacó su miembro de mi culo, se dio vuelta, abrió la puerta, busco en su gaveta un objeto y volvió a entrar.
Me dijo que cerrara los ojos, le hice caso. Sentí algo duro, áspero, tieso y frío, que se introducía en mí. Abrí mis ojos, y para asombro pude que me estaba metiendo un plumero.
Estuvo harto rato dándome duro con el plumerito. Hasta que inesperadamente la acompañante le pregunta desde la puerta, que es lo que está haciendo, a lo que él respondió: ¡espera, estoy haciendo el aseo!
¡Uff! Supiera su compañera que estaba haciendo un aseo bien profundo. Un aseo exhausto dentro de mis entrañas, dejándolas limpiecitas de toda calentura.
Nunca antes había acabado con un plumero adentro. Me gustó, porque así pude limpiarme el moco con la parte peluda del plumerito. Después me subí los pantalones, me lavé las manos, acomodé mi pelo y volví a clases.

Xx Piero xX

Posted by il Piero :: 9/27/2006 06:27:00 p. m. :: 1 comments

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Cita con la psicóloga

El otro día un tipo me trató de sexópata. Me dijo que era sucio, cochino y un cerdo por prestarle el culo al primer mino que me lo pidiera. Bueno, seamos realista, igual tengo un poco de dignidad y no se lo paso al primer weón. Mínimo el mino debe tener algún atractivo por ahí, no sé, lindos ojos, poto parado, paquete bien formado y que se vea comestible de lejos, ¡uff! no sigamos ya se me hizo agua la boca.
La cuestión es que este pelmazo hizo que considerada la pequeña y lejana idea, de que a lo mejor poseo alguna enfermedad, por lo que decidí acudir a la psicóloga de la universidad y plantearle mi preocupación.
Cuando entré la tipa me miro de pies a cabeza, con ojos lujuriosos, pasándose la lengua por los labios y se acomodó los lentes con los dedos. Me ordenó que me sentara y que le contara mi preocupación.
La cita fue más o menos así:

Piero: Estoy acá por un problema bien puntual. Quisiera saber si lo que estoy haciendo es un poco inusual y es síntoma de alguna enfermedad.
Lo que ocurre, es que en los últimos años, sobretodo en mis ratos de ocios, me baja una comezón hasta la boca del estómago y que luego, me empieza a generar ciertos cosquilleos en mi zona púbica. Es un ardor tan fuerte e incontrolable, que me domina, hace que me lance a la vida y me consiga urgentemente alguien con quien follar. Es algo que me supera, que me controla y que no se calma hasta que haya sido sexualmente saciado.
Doctora: ¿Qué siente en esas situaciones?
Piero: Creo que me gusta la euforia que siento en esos encuentros. Sólo tengo un pequeño problema de ansiedad.
Doctora: ¿Qué quieres decir?
Piero: Que la ansiedad me domina, no me deja tranquilo, no me deja dormir, necesito sentirme poderoso al momento de estar cogiendo con alguien, sentirme dueño de la persona y que se ponga a mis pies y haga todo lo que yo le diga. En cambio hay otras ocasiones, que esa ansiedad me hace comportar como alguien ingenuo, inocente, que no quiebra un huevo, por así decirlo, hacerme el virginal, todo con el fin único, de incitar a alguien para que caiga en mi redes, y poder estrujar hasta su última gota.
Me encanta sentirme deseado, cuando estoy con una sola persona me cuesta ser fiel, no me complace tener sexo solamente con un solo individuo, requiero el cuerpo de alguien más. Creo que eso no es necesariamente destructivo, hasta podría ser saludable.
Doctora: ¿Cómo es eso?
Piero: Tal vez no sea bueno para mí darme por completo a una persona. Esta es una manera de tener mi propia área privada, completamente separada. Quizá eso sea sano para mí.
Doctora: Una de mis especialidades es la adicción sexual, la que consiste en la sublimación de emociones que son demasiado dolorosas de enfrentar. Es la raíz de toda adicción, de verdad, pero en tu caso no es necesariamente aplicable.
Lo siento, pero no creo poder ayudarlo, porque usted no lo necesita. Veo que ha evolucionado más allá de la necesidad de terapia. De hecho lo admiro, porque si yo no tuviera una crianza católica- apostólica y no me inhibiera la estúpida idea de creer que el sexo es una acción pecaminosa y que Dios me va ha juzgar por ella, en estos momentos estaría cogiendo con el primero que pase, como una ramera alcohólica barata. Sinceramente lo admiro. Váyase, no tiene nada más que hacer.
Me levanté, estiré mi pantalón, me saqué el bóxer del poto y me fui.


Xx Piero xX

Posted by il Piero :: 9/27/2006 06:24:00 p. m. :: 0 comments

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domingo, septiembre 17, 2006 Otro viernes por la noche

El viernes pasado andaba con ganas de salir y reventarme al máximo. Como a las 7 había conversado con un amigo y me pregunto que haría más rato, a lo que respondí: “quiero hacer de todo, hoy esta todo pasando”
Parece que eso de “todo pasando” me lo tomé muy a pecho, porque sinceramente esa noche termine haciendo de todo.
Todo comienza cuando el día domingo me puse a chatear y conocí a un mino. Los dos estábamos en busca de alguna aventura descarriada, pasional y bien caliente, queríamos concretar algo casual, un encuentro donde nos diéramos como caja y quedáramos exhaustos. Le mostré un par de fotos que tengo para la ocasión (los más afortunados pueden verlas, los demás que se quedan con las ganas), se entusiasmó, conectó su cámara y pude contemplar su cuerpo nítidamente. Su cara estaba oculta, no me la mostró, pero compensó el misterio exhibiendo un estómago bien marcado, unos calzoncillos marca “Tommy Hilfiger” que a simple vista me dejaron marcando ocupado y un paquete apretadito, formadito y con la puntita asomándose de a poco.
Le dije que fuera osado y que mostrara más, obvio, de alguna forma debía entusiasmarme, así que el weón se sacó todo su pene erecto y lo refregó contra la pantalla. La saliva se me juntó en la boca, y no pude evitar correrme un poco el forro.
Quedamos en salir este viernes en la noche y darnos hasta por los codos.
Hablamos durante toda la semana, me excitaba su voz, además me percaté que era rubio, así que mi afán y deseo por pasar masturbarlo, lamerlo entero, y hacer que acabara en mi boca, eran incontrolables.
Nos pusimos de acuerdo y la hora de la cita era a las 11:30 a la salida del Teatro Universidad de Chile. Me iba a pasar a buscar en su auto, así que no iba a estar mucho rato en ese lugar lleno de locas de mala muerte y que andan pasadas a pico.
Llegué a las 11:15, caminé un poco por el sector, mi trasero vibraba, llegaba a sonar del hambre que tenía. Mi pene se erectaba con el sólo roce de mis boxers y mi boca se humedecía con tan solo pensar en el pedazo de carne que me iba a servir.
No aguanté, caminé hacia las jardiineras y me senté en la punta de una. Traté de hacerlo piola, disimuladamente, pero creo que no me resultó. Un par de maracos me veían fascinados, como me movía lentamente sobre la puntita de los maceteros. Me miraban espantados cada vez que gemía al sentir el concreto incrustrase en mi culo.
Mis movimientos fueron interrumpidos cuando un mino alto, delgado, desabrido, me preguntó si era Piero. Giré lentamente la cabeza, la levanté y para mi decepción era feito de cara. Si hay algo que me mata las pasiones son los weones feos de cara. Pueden tener un físico espectacular, pueden ser muy inteligentes (bueno, eso de ser inteligente pasa a un segundo plano a la hora de culear, pero mínimo que diga cosas interesantes) y pueden gastarse la media presa, pero con una cara no comestible, estamos mal.
Hice lo que hago siempre cuando me junto con alguien que no me gusta: “Sorry, pero te equivocaste”, nuevamente giré la cabeza y miré hacia otro lado.
Me dio rabia, no quería regresar a mi casa con el poto apretado, vi la hora, era temprano, así que decidí emprender una nueva búsqueda.
Crucé, pasé por donde se junta todo el lokerío para ir a la ordinariez del Bokhara, unos weones me miraron descaradamente, pero pucha, sorry, no busco minas con picos que me follen (dudo que sepan hacerlo, yo creo que están más abiertos que yo), busco machos que me hagan chillar.
Deambulé tranquilamente por el Forestal. Miraba hacia todos lados, tratando de divisar a alguien que estuviera masturbándose entre medio de los árboles, o algún oficinista deseoso de una buena mamada.
Caminé y caminé hasta que llegué al Bellas Artes. Decidí emprender mi rumbo hacia al Santa Lucía. Recuerdo que cuando era chico mi madre me dijo: “Nunca tienes que andar por estos lado de noche, nunca”
Lástima que el hijo le salió bastante porfiado, y el bichito de saber porque no podía ir, me incitaba a ver que sucedía.
Transité por las calles aledañas, me topé con otros jóvenes solitarios que caminaban por el sector. Varios autos me hacían cambio de luces, otros me tocaban la bocina, otros se detenían a mi lado me quedaban mirando y me sonreían.
Me dí una vuelta a la manzana, me volví a topar con uno de los muchachos que ya había visto, paso por su lado ignorándolo, y me detengo después de escuchar: “¿Está muy mala la noche?”
“Súper mala, aún no me he hecho nada”, le respondí deduciendo de que se trataba todo esto. Nos paramos en la esquina de San Isidro con Moneda y empezamos a comenzar. Me dijo que se extrañaba porque nunca antes me había visto, le contesté que era nuevo en el sector, que antes trabajaba en otro lado.
Mi calentura nuevamente se apoderó de mí culo ansioso y de mi verga jugosa. Tenía dos opciones, o me tiro a este mino con el que estoy hablando o termino haciendo algo totalmente nuevo.
Pasaron como diez minutos y un auto empezó a tocar la bocina. Mi querido partner salió corriendo de inmediato hacia el auto, yo miré hacia otro lado haciéndome el desentendido. De repente me doy cuenta que mi compañero me hace un gesto con la mano, camino hacia él y me paro a su lado. Me queda mirando y me dice: “quiere contigo”. Me agacho, y le miro la cara al tipo que requería de mis servicios.
No estaba mal. Bordeaba los 40 años, estaba vestido con traje de oficina (punto a favor, siempre me han calentado los oficinistas) el auto era último modelo y se notaba que era alguien con harta pasión acumulada. Me preguntó cuanto era la tarifa, rápidamente le contesté 30 lukas la hora. Me miró de pies a cabeza y me ordenó que me subiera.
Me despedí de mi colega, tragué saliva y con mi mano sudada abrí la puerta.
Nos miramos fijamente e intercambiamos sonrisas. Conversamos un rato, estaciono el auto en Huérfanos y empezamos a besarnos. Su lengua chocaba con mi paladar, sus manos tocaban mis muslos, las mías no se quedaban atrás y le agarraban esas bolas que se escurrían en sus calzoncillos.
Sus dedos se mojaron al tocar la punta de mi pene, mis dedos tiraban con fuerza la hebilla del cinturón. Tenía ganas de liberar a su bestia, por el roce pude saber que era una fiera de gran tamaño y deseosa de perforarme.
Nos cambiamos al asiento trasero. Sin ningún preámbulo, me tiró de guata, bajó mis pantalones y mis boxers, sacó su miembro, se colocó un condón y me la chantó toda, de una. Grité como si me estuviera atravesando una lanza por el culo. Los primeros minutos fueron llenos de frenesí, me dolía, demasiado, tal vez por su tamaño, tal vez por su grosor, o simplemente por la brutalidad de macho dominante que sacó a relucir.
Mis manos se aferraban tan fuerte de la puerta que sin querer se abrió y casi caímos a la vereda. Ese lapsus sirvió para que sacara su pene y pudiera lamérselo.
Me lo comí enteró, sintiendo ese olor a sudor masculino, y ese sabor a piel grasosa.
Sus manos presionaban mi cabeza, provocándome arcadas al tener su pedazote atravesado en mi boca.
Sin previo aviso, me levantó, se puso otro condón y me obligó a sentarme arriba suyo. Sentí como algo duro, tieso, caliente me iba desgarrando en dos partes. Era como si me estuvieran introduciendo un palo por el trasero y lo movieran sin compasión alguna.
Me gustaba, me excitaba sentir dolor, sometimiento y fuerza.
Sus gemidos eran bajos, se dedicaba a meter su lengua en mis orejas. Antes de que acabar, me golpeo fuertemente mis cachetes. Primera vez que me dejan el culo colorado. Eyaculó sobre mi estomago, y yo eyaculé en su boca. Se lo trago todo. No dejó nada. Mientras se arreglaba me contó que tenía que llegar temprano a su casa a cuidar a sus hijos. Yo le dije que se apurara porque tenía que seguir trabajando. Se ofreció con llevarme a mi casa, pero le dije que no. Abrió su billetera y me pagó 40 lukas.
Para ser mi primer sueldo no esta mal. Además fueron 45 minutos de placer y de gozo. No se me había ocurrido esta forma de hacerme dinero. Es entretenido, fácil, rápido y se gana harto. Voy a pensar esa opción, en una de esas, me hago de hartos clientes.
Ahora quiero descansar, esperar que mi culo no esté tan resentido, masturbarme por las mañanas y gastarme la plata. ¿Quién quiere ir al cine conmigo?


Xx Piero xX

Posted by il Piero :: 9/17/2006 10:38:00 p. m. :: 1 comments

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viernes, septiembre 08, 2006 Explorando

Mis primeras manifestaciones sexuales se dieron en mi infancia, obvio, cuando comienza la exploración, y el afán de conocer todas las partes que componen tu cuerpo.
En mi caso pasaba tardes enteras tocándome todas esas “partes privadas” y que solamente eran mías. Hasta el día de hoy recuerdo que mi madre solía decirme: “nadie puede tocar tus partecitas, son sólo tuyas, y cuando lo hagan me tienes que avisar”. Obviamente que nunca le conté la primera vez que me practicaron sexo oral y acabé en la boca del weon que me la estaba mamando como si fuera la última verga del mundo. Tampoco le dije cuando llegó a la casa, y yo me encontraba en el baño, limpiándome el semen que escurría lentamente por mi espalda, y menos le confesé la primera vez que abrieron de par en par y me lo chantaron todo, hasta dentro, desplegando un alarido que retumbaba en la boca del mino que me estaba penetrando.
Cuando era un adolescente, no había instancia en que no me estuviera masturbando. A veces salía de la sala de clase y me corría la paja encerrado en el baño del colegio o simplemente iba a la enfermería y acababa allá.
Donde me pillaran las ganas lo hacía. Una vez iba en la calle, en pleno verano y habían unos minos que se estaban manguereando en el antejardín. Al ver esa tan provocativa escena, mi miembro se erectó y no pude aguantar la calentura.
Andaba con un short, la erección era evidente, debía hacer algo para no andar con la carpa levantada. Me acordé que cerca de ahí había un potrero, caminé hasta allá, ingresé al sitio eriazo, me camufle entre los matorrales y me pajié. Recuerdo que el moco saltó al pasto y se quedó ahí, inmóvil, secándose con los rayos del sol que le llegaban.
Quedó un poco en mis dedos, los agité fuertemente y listo, el residuo salió volando. Esa fue la segunda vez que me masturbaba con audiencia, al parecer una vieja me había estado observando desde su casa, porque cuando salí del sitio, me miró con ojos lujuriosos el bulto entre mis piernas.
La primera vez que me pillaron, bueno no sé si realmente me habrá visto, o habrá deducido lo que estaba haciendo.
Mi madre solía salir en las tardes, y casi siempre me dejaba al cuidado de mi nana. La vieja era simpática pero media ineficiente. Ella era manca, por lo que se demoraba un mundo en hacer el aseo, por lo que me veía en la obligación de ayudarla.
Recuerdo que la vieja estaba tratando de planchar. Cada vez que lo hacía se ponía a ver tele, entonces era mi oportunidad para ir a jugar un ratito con mi bestiecita dormilona.
Me encerré en mi pieza, puse una porno donde dos minos se lamían las axilas y se lengüeteaban el paquete. No sé porque, pero eso de pasarse la lengua por todas partes me fascina, es lo que más me gusta, si me hicieran escoger algo en el ámbito sexual, sería eso, lamer y chupar.
La cuestión es que mi pene se erectaba antes de apretar play, entonces sólo tenía que estimularlo un poco con mis deditos juguetones y con un poco de saliva.
Con una mano me masturbaba y con la otra me tocaba el trasero.
Estaba embalado imaginándome que tenía a un mino a mi disposición, y que este hacía todo lo que yo le pidiera. Estaba a punto de eyacular y dejar pegado mis fluidos en la parte superior del camarote, cuando esta vieja impertinente entró a la pieza para preguntarme si quería comer algo.
Apenas la vi entrar me subí el short y me tapé la erección. Me quedó mirando con ojos desorbitados, como si estuviera cometiendo un delito digno de merecer la amputación de una mano (quizá a ella la pillaron en lo mismo y por eso era así).
Mi cabeza trabajó rápidamente y le dije que sentía una picazón en mi pene y que me ardía mucho, que por eso me lo estaba “rascando”.
Su cara de alivio regresó y me dijo que no me preocupara y que le dijera a la mamá lo que me pasaba. Después me volvió a preguntar si tenía hambre. Obvio que tengo hambre, hambre de comerme un pedazote de carne cruda bien parada y bien jugosa, de tragarme el moco y de darle la pasada de una.
Le respondí que no, y que se dejara de wear, me paré y cerré la puerta.
Después de eso no podía, excitarme, me costaba concentrarme. No sabía en que pensar. Me imaginaba vergas gigantes, culos penetrados, bocas moqueadas y nada de nada. Me concentraba en compañeros de curso, en vecinos y no me resultaba.
Necesitaba un estímulo mayor, algo casi real, algo que me dejara volando por las nubes, fue así como miré hacia mi lado y vi el teléfono. Estaba reluciente, brillante, y me llamaba deseoso. No espere más, lo descolgué y de esta manera descubrí una nueva y entretenida forma de obtener placer....
Continuará...

Xx Piero xX

Posted by il Piero :: 9/08/2006 11:06:00 a. m. :: 2 comments

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