Xx DeDoS mOjaDoS xX
jueves, agosto 10, 2006 Haciendo zapping

No es que no haya hecho nada durante todo este tiempo, sólo estaba tratando de alejarme un poco de esas pasiones carnales que tanto me descontrolan y me hacen perder la cabeza. Durante el mes de Junio quise someterme a un plan de rehabilitación que consistía en mantenerme en abstinencia durante 90 días. Plan incitado por esas típicas amigas mamonas, reprimidas sexuales, y que ven como algo pecaminoso y diabólico tener sexo a la hora que se de la gana. Su querido Piero no aguantó más del mes. Apenas logré los 31 días, la bestia que llevo en mi interior salio desesperada a buscar una nueva presa.
Hice los preparativos correspondientes. Inventé una identidad, esta vez quise ser un joven inocente de 19 años, estudiante de pedagogía en básica (que tierno no?), que no ha tenido ninguna experiencia sexual hasta el momento y que buscaba a un hombre mayor de 25 años.
Ingresé al chat gay. Como todos andan verdes por pegarse una cacha, es cuestión de levantar una piedra y te salen veinte mil maricones con la corneta a punto de reventar al frente de la pantalla. Me topé con un mino de 29 años, abogado, que trabaja en una constructora, con departamento en Huechuraba y con casa en La Florida.
Me describí, le intereso mis características, sobretodo con ese pequeño detalle de ser una casta y pura ovejita que nunca antes ha visto un pene extraño.
El weón cayó redondito con mi alter ego, me dijo que nos juntáramos a las 8 de la noche en una estación X del metro. Me bañé, me vestí, agarré un par de condones que llevaba en la mochila (siempre tengo que andar preparado, uno nunca sabe donde salta la liebre) y me fui.
Me bajé del metro, caminé escaleras abajo y me fui a parar en la esquina acordada. Me quise hacer el interesante, así que cuando pasé por su lado hice como si no existiera. Salió detrás de mí, me grito dos veces mi nombre y me di vuelta. Lo ví, y de cara no me agradó, pero bueno, es lo que hay, cuando ando con ganas hago excepciones, además me interesaba comerme ese pedazo de presa que cuelga entre sus piernas. Me sequé la baba, la boca cada vez se me hacía agua por introducir en ella un pene juguetón y duro como el que me había ofrecido.
Me subí a su camioneta último modelo, nos dirigimos hasta su casa. Mientras hablábamos le conté que nunca antes me había juntado con un mino, y que en mi vida he probado un miembro.
Sus ojos brillaban al tener a su lado a un muchacho tan tierno como yo, “carne fresca” me denominó. Yo atinaba a soltar unas leves risas picaronas mientras lo miraba con calentura, deseo, y tratando de decirle con mis ojos “bájate luego los pantalones, mira que lo único que me importa es tu cabeza de abajo, no la que tenía afirmada por el cuello”.
Llegamos a su casa, insistía en decirme que me parecía a un ex que tuvo. Me mostró su casa, me sirvió un trago, conversamos en el living y me dijo que me quería besar.
Sentí sus labios húmedos sobre mi cuello, sobre mis mejillas y se fusionaron con los míos. No aguanté más, le tome la mano y lo guié hasta su pieza. Nos tiramos en su cama, quedamos en boxer, mi pene estaba duro, rígido, vibraba y botaba ese líquido pegajoso que tanto me gusta probar. Le bajé sus boxer, y empecé a lamerle ese cuerpecito cremoso, hasta llegar a esa cabeza colorada, grande, que me llamaba a tragármelo. Me tiró de espaldas y me lo empezó a chupar. Me lamió las bolas, la entrepierna, jugó con mi pene rosadito y circuncidado. Se humedeció un par de dedos u me los introdujo. Aluciné, tenía unas ganas incontrolables de que jugaran con mi trasero. Sacó uno de sus condones (ni ahí con gastar uno mío, entre más me queden mejor, es mi regla) Me dio vuelta, era un niño en sus brazos, uno joven nunca antes penetrado. Me tiró de guata a la cama, me abrió las piernas y me lo chantó todo de una.
Aluciné, volé por los aires, solté un grito tremendo, sentía como él jadeaba en mis oídos, mientras mis entrañas se rasgaban por soportar ese medio pedazo de carne en mi interior. Tomo mis piernas, las abrió con fuerza y entró con una agresividad que me sometió a sus deseos de una.
Se recostó de espaldas, me acosté encima de el mirando el techo. Mis piernas estaban sobre las suyas, mis pies se apoyaban en los de él, y su pene causaba estragos en mi trasero jugoso y hambriento.
Me reflejaba en la tele, le dije que la encendiera para no verme en ella. Me dijo que quería acabar, le respondí que lo hiciera, y sentí todo el condón húmedo en mi interior.
Yo aún continuaba caliente. Le dije que me ayudara a finalizar. Me giró, puse mi cabeza sobre una almohada, le exigí que estaba vez me estimulara con algo desproporcionado, con algo más grande y duro. Sentí como introdujo tres dedos húmedos, se contorneaban, jugaban con mi próstata, querían llegar más a fondo.
De repente sus dedos abortaron la misión, pero sentí algo frío, algo tieso, algo muy duro que se entrometía con mucho cuidado por mi culo. Abrí las piernas, quería eso que estaba ingresando, le pedí que lo hiciera ya de una. Me metió todo ese objeto hasta el fondo, grité, lloré, me reí, me estremecí, me transporté.
Sentí como entraba y salía, sin cuidado, sin decoros, sin pudores. Quería acabar, sentí como el semen iba a saltar disparado por mi orificio que se abría poco a poco. El chorro venía, lo presentí, un fuego interno subió de mi estómago hasta mi boca. Finalmente el moco salió volando justo en el momento en que me di cuenta, que la televisión se cambiaba rápidamente sin explicación alguna. ¿Quién está cambiando la tele? ¿Dónde está el control que no lo veo?

Xx Piero xX

Posted by il Piero :: 8/10/2006 03:15:00 p. m. :: 2 comments

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